martes, 11 de diciembre de 2012

La importancia de fregar cacerolas

Suelo darme cuenta de los errores cometidos con mucho tiempo de retraso. En ocasiones años enteros.

Ocurre frente al fregadero, tras una mañana de guisos, y una sobremesa de disfrute, llega la hora de enfrentarse a los cacharros que aprecias los suficiente como para no confiar en el lavavajillas.

Mientras siento en calor intenso del agua, el intercambio de golpes para conseguir arrancar hasta el último rastro de los guisos del fondo de las cacerolas, hace que vuelvan a mi cabeza situaciones lejanas.  Es en ese momento cuando en tercera persona aparezco cometiendo errores, algunos más importante otros menos.

El denominador común de todos ellos es el mismo, existe un tipo de error que más allá de su relevancia que es absolutamente doloroso, ya que convencido de estar haciendo lo correcto, de estar confiando en la persona adecuada, de estar ofreciendo la respuesta pertinente, el tiempo y el fregadero dicen lo contrario.

Son los errores del ADN, aquellos que por convicción cometeré a lo largo de mi vida, y que sólo resolveré frente a cacerolas, después de una mañana entre guisos.

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